La
naturaleza de la luz
La
refracción
de la luz es el cambio de dirección y de velocidad que
experimenta una onda cuando cambia el medio a través del
cual se propaga. Para que este fenómeno suceda es
necesario que la luz incida oblicuamente en la
superficie que separa ambos medios y que su índice de
refracción sea distinto. El índice de refracción es el
cociente entre la velocidad de propagación de la luz en
el vació y len el medio en cuestión. Así pues, el índice
de refracción del vacío es 1, en del agua 1,33 y el del
vidrio 1,52 .
Un ejemplo simple de
refracción en el de la figura 1. La pajita incide de
forma oblicua en el agua y la imagen resultante muestra
una desviación debida al cambio de medio de propagación
de la luz.
Figura 1
La luz blanca está
compuesta por distintas radiaciones de diferente
colores. Esto se comprueba cuando se hace que la luz
blanca atraviese un prisma (figura 2a). Al cambiar el
medio por el que se propaga (aire) a otro diferente
(vidrio) sufre una refracción que hace que se disperse y
se descomponga en diferentes colores.
Cada uno de esos
colores se corresponde con un tipo de radiación
diferente, en forma de ondas con distinto grado de
estiramiento. Se denomina
longitud de onda
a la distancia entre dos crestas consecutivas del tren
de ondas. Así, si observamos la figura 2b, veremos que
la luz roja se corresponde con una ondulación más
estirada, es decir, que su longitud de onda es mayor
que las demás. A medida que nos fijamos en las que le
siguen, vemos que las ondas están cada vez más
comprimidas, hasta llegar al azul, que es el que
tiene menor longitud de onda.
Figuras 2a y
2b
La refracción se
origina en el cambio de velocidad de propagación de la
onda, cuando pasa de un medio a otro. En la figura 2a,
cada una de las ondas que incide en el prisma tiene la
misma velocidad. La frecuencia de una onda nunca cambia
al pasar de un medio a otro. La onda de luz blanca que
pasa del aire al prisma sufre una disminución en la
longitud de onda que se traduce en una disminución en su
velocidad de propagación (velocidad de grupo), por lo
tanto el índice de refracción no depende de la
frecuencia de la luz. El color rojo tiene una mayor
longitud de onda que el violeta, por ende al ingresar al
prisma experimenta una disminución en su longitud de
onda. Cada color tiene su propia velocidad de
propagación dentro del prisma.
Imaginemos por un
momento que cada una de las líneas onduladas de la
figura 2b es un hilo de diferente color. Y ahora
imaginemos que los estiramos todos hasta tensarlos.
¿Cuál sería el más largo?. Evidentemente, el azul. Eso
nos indica que, para propagarse de un punto a otro,
la luz azul
recorre un camino más largo
que las demás, puesto que hay más ondas azules que de
ningún otro color.
El color del
cielo
Que el cielo diurno
sea de color azul se debe a la interacción de la
atmósfera con los rayos del Sol. La atmósfera terrestre
es como un océano lleno de moléculas gaseosas (78%
nitrógeno, 21% oxígeno más otros en cantidades menores),
junto a cristales, partículas de polvo y cenizas en
suspensión. Su densidad es mayor a medida que nos
acercamos a la superficie terrestre.
Figuras 3a y
3b
El color azul del
cielo se debe a la dispersión de Rayleigh, que se
refiere a la dispersión selectiva de la luz por
partículas cuyo tamaño es menor que un décimo de la
longitud de onda de la luz. Cuando la luz
del Sol que llega del espacio entra en la atmósfera, la
mayor parte de la luz roja, anaranjada y amarilla, de
longitudes de onda más largas, pasa sin ser casi
afectada (figura 3a). Sin embargo, la luz azul, de
longitud de onda más corta, es dispersada por las
moléculas gaseosas del aire. No sólo se dispersa al
llegar a la atmósfera, sino que lo sigue haciendo al
atravesarla, al encontrarse con más y más partículas.,
lo que provoca que el fenómeno se extienda y nos parece
que la luz azul procede de todas partes (figura 3b).
La luz de mayor
longitud (rojo, naranja, amarillo) no se ve tan afectada
por las partículas de la atmósfera y apenas se dispersa,
por lo que percibimos el Sol como si fuera amarillo,
cuando en realidad no lo es tanto.
Figuras 4
Durante el día, se
puede apreciar que el color azul del cielo palidece
cuanto más nos acercamos al horizonte. Esto se debe a
que, en este caso, la luz del cielo debe
atravesar una mayor cantidad de aire, siendo nuevamente dispersada, mostrando una
tonalidad azul pálida o blanquecina.
Durante la puesta y
salida del Sol o la Luna se hace evidente el
enrojecimiento del cielo. La luz debe atravesar entonces
una masa de aire mayor, más densa, con mayor
concentración de
partículas de polvo o gotitas de agua, que reflejan la
luz blanca en todas direcciones. La
dispersión de Rayleigh, eliminan las longitudes de onda
más cortas, por lo que que el cielo se enrojece.
Si observamos las
fotografías tomadas en la ISS o el la Luna, veremos que
en el espacio exterior, el Sol se ve blanco y el cielo
negro. Al no haber moléculas que dispersen la luz, todas
las longitudes de onda de la luz solar nos llegan por
igual y el Sol se ve blanco. Y el cielo se ve negro
porque no hay nada que disperse la luz. |