El
rayo verde es un fenómeno provocado por la refracción de la atmósfera
terrestre que permite ver un destello verdoso en el último instante del
ocaso del Sol, o en el primer instante de su salida por el horizonte. El
escritor Julio Verne hizo popular este fenómeno al publicar la novela
“Le Rayon Vert” en 1882.
Rayo verde
del 2 de mayo de 2008 desde el Observatorio Cerro
Paranal
Imagen
tomada por Stéphane Guisard (cortesia ESO)
Se
ha escrito mucho sobre la veracidad o no del fenómeno. Efectivamente, el
fenómeno existe y es conocido desde la antigüedad, pero deben darse las
condiciones necesarias para poderlo observar. Lo puede admirar todo aquel
que lo busque con suficiente paciencia.
La
explicación del fenómeno se debe a la dispersión de la luz por efecto
de la refracción atmosférica. La atmósfera actúa para nuestros ojos
como un enorme prisma que dispersa la luz que la atraviesa. Tanto al
amanecer como al atardecer, la luz que recibimos de los astros llega a
nuestra atmósfera de modo tangencial, por lo que la capa de aire que
tiene que atravesar es mayor. En estas condiciones, nuestra atmósfera
se comporta como un prisma que descompone la luz en el espectro de colores
del arco iris.
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Rayo verde observado
el 6 jul 2002 por
Jürgen Rendtel desde Alemania |
Rayo verde captado
por Eric Frappa
desde el Pic du Midi |
Rayo verde captado
por Eugene Brings
con
SC de 10 co (Cortesia S&T) |
Las
imágenes se distorsionan porque la refracción atmosférica no es igual
para todos los colores, que de dispersan en distintas direcciones. En el
horizonte, el valor de la refracción es de 36 minutos de arco, y los
astros puntuales como las estrellas parecen “extendidos” en un
mini-espectro vertical, violeta y azul en la parte superior y rojo en la
inferior.
En
realidad, el disco solar tiene tonalidades azul y verde por su borde
superior y rojo y amarillo por el inferior. Pero ocurre que, cuando el Sol
se encuentra a considerable altura sobre el horizonte, la cantidad de luz
que nos llega nos ciega y no podemos mirarlo siquiera y mucho menos
apreciar esas tonalidades diferentes. Pero esta enorme luminosidad
disminuye tanto más cuanto más cerca del horizonte está.
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Rayo verde
fotografiado por
Juan Carlos
Casado |
Ilustración del
efecto de la dispersión
de la luz por la
atmósfera |
Se
pueden dar distintas observaciones, todas en función de la transparencia
y estabilidad atmosférica con que contemos.
Durante
el orto y el ocaso solar, con un disco solar rojizo, la luz roja
dispersada es la más próxima al astro y se confunde con él, mientras
que la azul la más lejana. Si el aire más próximo al horizonte está
completamente limpio y transparente se puede preciar el “rayo
azul", mucho más difícil de percibir, normalmente visible desde
lugares muy elevados, En ocasiones extremas la tonalidad llega a ser la de
un "rayo violeta".
Si
las condiciones no son tan idóneas, los colores violeta y azul serán
dispersados y se confundirán con el fondo del cielo, por lo que sólo se
podrá apreciar el borde verde. Ese es precisamente el “rayo verde”.
Pero
lo más frecuente es encontrar una atmósfera sucia o con turbulencia, que
dispersa tanto los tonos azules como los verdes. En este caso, no se
observa ningún borde con tonalidad diferenciada y no hay “rayo azul”
ni “rayo verde”, y lo único que se puede contemplar es una puesta de
Sol o amanecer con un disco de color rojizo.
Rayo azul
captado por Guillaume Blanchard el 2 may 2008
desde el
observatorio Cerro Paranal (Cortesia ESO) |
Rayo azul
fotografiado por Bill May (Colorado) |
Rarísimo rayo
violeta tomado por Bill May (Colorado) |
Al
amanecer la atmósfera suele ser más estable debido a la menor
temperatura, pero la observación es más complicada porque no se conoce
con precisión el lugar exacto del horizonte en que aparecerá el Sol. Es
más segura la puesta de Sol porque se sabe de antemano el punto exacto
del horizonte donde mirar, pero debido al calentamiento diurno de la atmósfera,
la estabilidad atmosférica es peor.
De
todos modos, sin ser una regla exacta e infalible, existen ciertos
indicios que pueden presagiar si podremos ver o no alguno de estos fenómenos.
Por lo que acabamos de comentar, un disco solar de marcado color rojo
indica la fuerte dispersión de los tonos azules y verdes, por lo que es
casi seguro que no veremos ningún rayo verde. En cambio, si el disco
solar en el horizonte mantiene su coloración amarillenta es indicativo de
que hay una baja dispersión atmosférica y puede presagiar la observación
del rayo verde.
En
todo caso, siempre hay que buscar la observación sobre un horizonte con
un perfil lo más rectilíneo posible, sin accidentes geográficos u obstáculos.
Un lugar excelente es el mar.
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Curioso rayo rojo en
el disco lunar
captado por el SEIP |
Rayo verde del 17
oct 2005
por Harald Wochner desde Alemania |
Rayo verde captado
por
L. Laveder
y ampliación d detalle |
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Rayo verde de Venus
desde Cáceres.
Imagen de Francisco
Violat Bordonau |
Rayo verde de Venus
desde La Mancha.
Imagen de Leonor Ana
Hernández |
También
la Luna, e incluso Venus, muestran fenómenos de este tipo, como puede apreciarse en las imágenes.
También se han descrito observaciones de este tipo sobre Venus, Júpiter
y Saturno, pero el aspecto puntual que presentan a simple vista hace
necesario emplear telescopio.
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