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			 Vista
            de Casinos en 1980   
						 
			Carlos
            Crespo Denís   
						 
			Enrique
            Genovés Cano   
						 
			Salvador
            Espinosa Muñoz   | 
						Los
      antecedentes 
		A
      principios de 1977 comencé a interesarme por las estrellas variables. En
      la AVA (Asociación Valenciana de Astronomía) había compañeros que
      cultivaban otras especialidades, como la construcción de telescopios, los
      planetas, heliofísica o cielo profundo, pero nadie se dedicaba a las
      variables. Tras leer algunas cosas, especialmente un artículo de Xavier
      Bros sobre la observación de variables, hice mis primeros pinitos sobre
      XY UMa en febrero de ese año. Mi primera curva era sencilla pero bien 
		trazada y, aunque alguien en la AVA me dijo que eso no tenía futuro, me 
		sentí animado a continuar. 
		Cabe
      mencionar, que en aquellos años no existían ni los ordenadores personales
      ni las CCD, y que los fotómetros fotoeléctricos eran exclusivo
      patrimonio de los observatorios profesionales. De modo que las
      estimaciones de brillo se realizaban con nuestros propios ojos, empleando
      el método de Argelander, que utiliza una escala de comparación del brillo 
		de una variable con el de otras estrellas que no lo son. 
		Por
      entonces formé un grupo de jóvenes observadores con mis amigos Tomás
      Aledón, Juan Fabregat y Jorge Gómez, al que un año más tarde se unió
      Jaime Busquets y algún otro observador ocasional. Comenzamos por
      observar variables del programa de la Agrupación Astronómica de
      Sabadell, como g Her y R Lyr. Pero pronto nos declinamos por observar 
		variables periódicas que mostraran cambios rápidos. 
		Publicamos
      nuestros trabajos en el Boletín de Información de la AVA. Entre los
      lectores del mismo se encontraba Jean François Le Borgne, del observatorio de
      Pic du Midi, que nos escribió proponiéndonos integrarnos en el GEOS (Groupe
      Européen d'Observations Stellaires), donde franceses, italianos y belgas,
      observaban este tipo de estrellas dirigidos por el francés Alain Figer. 
		La
      filosofía del GEOS nos convenció. Los profesionales eran reticentes a
      tener en cuenta las observaciones de los aficionados si no venían
      acompañadas de medidas fotoeléctricas. El GEOS abordó este problema de dos 
		modos. Por un lado, concentrando los esfuerzos para reunir miles de 
		estimaciones visuales sobre pocas estrellas y, por otro, realizando 
		misiones de observación fotoeléctrica a observatorios profesionales que 
		permitieran confirmar los resultados visuales preliminares. Además, el 
		tratamiento estadístico de las medidas y la corrección de errores 
		accidentales y sistemáticos permitía afinar muy bien los resultados. 
		En
      octubre 1978, iniciamos la colaboración con el GEOS. Cada primavera, el
      GEOS celebraba un simposio anual en Marly-le-Roi (en la periferia de 
		París) en donde se discutían los resultados y se preparaba el programa 
		de observación. Además, cada verano organizaba un campo de observaciones 
		de variables en el se reunían varios observadores durante un par de 
		semanas, y se intercambiaban experiencias observando en grupo. 
		Fuimos
      invitados al simposio de Marly de abril de 1980, donde asistimos y
      conocimos más a fondo el funcionamiento del grupo. Una semana antes de
      partir hacia París, recibí una inesperada comunicación de Alain Figer en 
		la que me proponía que se organizara en Valencia el campo de 
		observaciones de ese mismo verano. Nos sorprendió y nos asustó (todos 
		teníamos entonces entre 18 y 20 años), pero aceptamos el reto. 
		A
      nuestro regreso del viaje, Juan Fabregat y yo comenzamos a buscar un lugar 
		idóneo para recibir un campo. Los requisitos eran claros: un lugar 
		alejado de fuentes de luz, con horizontes despejados, un lugar para 
		guardar el instrumental durante el día, un lugar donde poder reunirse, 
		albergue para dormir en condiciones y lugar para las comidas. 
		Teníamos
      un mes de plazo para responder, así que no perdimos el tiempo. Hablamos
      con nuestro amigo Carlos Crespo, secretario de la AVA, quien nos
      acompañó a visitar al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Valencia,
      Antonio Enrique Ten, que era profesor de Historia de la Ciencia. Nos
      sugirió un lugar en El Saler que visitamos, pero no reunía los requisitos 
		por estar muy cerca de Valencia, con una carretera a pocos metros y con 
		las copas de los pinares que tapaban casi todo el cielo. 
		Juan
      Fabregat y yo continuamos buscando, de modo que con el viejo Seat 850 de
      Juan nos fuimos a Alcublas, donde nos recibieron y nos mostraron lo que 
		podían poner a nuestra disposición, lo cual era muy insuficiente. 
		Otra mañana, al volver del 
		Ayuntamiento de hablar con el Sr. Ten, Carlos Crespo nos propuso visitar 
		a uno de los socios fundadores de la AVA, Enrique Genovés, peluquero de 
		profesión, que nos recibió muy amablemente en su local de la calle 
		Convento Santa Clara. Comentando con Genovés las gestiones que teníamos 
		entre manos nos que le diéramos una semana para que hablara con el 
		alcalde de su pueblo, Casinos, y le expusiera el tema. 
		El alcalde de Casinos, Salvador 
		Espinosa, se volcó con la idea de hacer el campo de observación en su 
		localidad. Nos ofreció las llaves del ayuntamiento para que nos 
		trabajáramos en el salón de reuniones, con teléfono y fotocopiadora. Nos 
		buscó albergue en una pensión de la localidad a un precio muy bueno, 
		cediéndonos un local municipal donde dormir los que no tuviesen cabida 
		en la pensión. Además, se ocupó de negociar con dos restaurantes de la 
		localidad el tema de la comida y la cena, con un precio cerrado. 
		Como en todo, siempre surgen 
		anécdotas, y en este caso aparecen de manos de Enrique Genovés quien, en 
		su euforia por habernos llevado a su pueblo, explicaba deliciosamente 
		que uno de los factores que contribuyó a la elección de Casinos era que 
		en su cielo había una especie de "agujero" que permitía ver la bóveda 
		celeste mejor que en ningún otro lugar. Fue una mala interpretación de 
		un dato que se dio sobre el microclima de la localidad y su bajo nivel 
		pluviométrico. Incluso algunos medios de comunicación se hicieron eco de 
		esta afirmación en sus publicaciones y nos preguntaron por ello. Pero el 
		bueno Enrique tenía disculpa ya que su nivel de conocimiento astronómico 
		era muy básico y bastante le costaba lidiar en algunas disputas con los 
		viejos del lugar que negaban que el Hombre había llegado a la Luna. 
		Para
      la elección del lugar de observación, hizo que el alguacil nos
      acompañara con un Land Rover por todo el término municipal para buscar
      el lugar más adecuado. El
      punto elegido fue el paraje de La Torreseca, que ofrecía un lugar con una 
		plataforma de hormigón en la que instalar los telescopios, y una caseta 
		de obra junto a ella donde los podríamos guardar durante el día. Como 
		era una propiedad privada, y el dueño no vivía en Casinos, se ocupó de 
		hacer las gestiones para localizarlo. Finalmente, cuando la Policía 
		Municipal lo localizó en Valencia, el alcalde le expuso nuestra 
		intención y el propietario, D. Manuel Morato, nos cedió el uso de la 
		plataforma y la caseta. 
		Así
      las cosas, respondí a Alain Figer que el campo de observaciones se 
		celebraría en Casinos entre el 8 y el 19 de agosto de 1980. 
		Para dar una visión más completa del 
		nivel de colaboración que nos brindó el alcalde Salvador Espinosa, a 
		todo lo ya dicho cabe añadir algún detalle más. Cuando comentamos las 
		condiciones del lugar de observación comentamos algo sobre que las luces 
		de la población molestaban algo en dirección Oeste, no mucho ya que 
		Casinos no llegaba a los 2000 habitantes, pero eso fue suficiente. A 
		pesar de que en las fechas del campo coincidían con las fiesta 
		patronales, el alcalde procuró que la iluminación de la población se 
		redujera a casi la mitad a partir de la medianoche. 
		Otra pincelada del mimo con que nos 
		trataron puede verse en el Boletín de Información Municipal que se editó 
		en ese mes de agosto y que se puede consultar al pié de esta página. 
						  
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